"Absolutamente nadie se ha acordado de mi cumpleaños este julio, salvo mis padres y un par de amigos muy cercanos". Carolina Madero borró a cal y canto todas sus redes sociales para centrarse en su oposición a maestra de primaria. Y no erró en su decisión, a juzgar por su nota y la plaza fija finalmente obtenida. "Era un elemento muy distractor, me hacía perder muchísimo tiempo de estudio con personajes y noticias anodinas", cuenta, aunque sin el 'chivato' se quedara sin felicitaciones.
Los opositores no son los únicos que se sienten obligados a renunciar al mayor ladrón de tiempo. El círculo de Andrea Mateos, escritora, ya sabe que no puede contar con ella mientras esté germinando su nuevo libro. Tiene que cumplir con su editora y los plazos de entrega. "Entienden que tarde más tiempo en responder mensajes, que tengo mis propios procesos de concentración y puedo hacer una especie de retiro todo el fin de semana en el pueblo sólo para inspirarme y obligarme a escribir", relata, aunque reconoce sentir cierta ansiedad cuando se pone al día tras el apagón tecnológico.
También Rocío Rodríguez guarda el teléfono móvil en un cajón a cierta hora. "Si lo cojo justo antes de dormir, me puedo enganchar durante horas a TikTok. Por eso lo alejo de mí y me he comprado un despertador analógico. No quiero que sea lo último que consulte y lo primero que haga nada más despertar. He llegado a estar hasta las tres de la mañana haciendo scroll sinfín", explica la joven.
UN 50% SE LO PLANTEA
Más de la mitad de los españoles se plantea un détox digital, según el Estudio Generación SPCial sobre hábitos de desconexión digital de los jóvenes. "La híperconectividad no es negativa en sí misma, pues nos permite relacionarnos de una punta a otra del mundo o nos aporta información que facilita nuestras vidas, pero cada vez hay más personas que piden una relación más consciente, saludable y amigable con la tecnología. Es una tendencia que está llegando con fuerza a nuestro país", afirma Jorge Flores, fundador de PantallasAmigas y experto en un uso seguro de la tecnología, especialmente en la infancia y la adolescencia.
Seis de cada 10 ya conoce a alguien que lo ha practicado en sus diferentes formas: desinstalar aplicaciones, eliminar perfiles sociales que aportan poco, controlar el tiempo de exposición al teléfono móvil, eliminar notificaciones, ponerse en modo silencioso, fijar un código largo para impedir el sencillo desbloqueo con identificación facial... "Puede tener carácter de temporalidad, cuando es sólo durante un fin de semana o para que no nos molesten en las vacaciones, o de permanencia, en el caso de personas que eliminan definitivamente sus perfiles sociales", prosigue el especialista.
Según Irene Manterola, encargada de presentar el citado estudio y directora de marketing de la compañía española SPC, las generaciones más jóvenes, que ya han crecido con este apéndice de la mano, dan prioridad a su bienestar. "Tres de cada cuatro se han propuesto reducir el uso del móvil. Aducen motivos de bienestar y salud mental. Quieren ganar tiempo, porque el tiempo es vida y valoran la presencialidad, porque es una forma menos excitada de comunicarnos. Además, muestran un compromiso menos firme con el mundo laboral porque quizá su trabajo no les define tanto como a otras generaciones".
EL AUGE DE LOS 'DUMBPHONES'
¿Recuerdan el juego de la serpiente del Nokia 3310 cuando no existía WhatsApp ni Candy Crush? Manterola desvela que incluso hay una corriente de vuelta a los dumbphones, teléfonos móviles sin acceso a internet que permiten tomar cierta distancia de la conexión permanente. "Hemos lanzado SPC Wild en respuesta a esta demanda, que alcanza al 12,2% de la juventud. Es una opción más, y no sólo para personas mayores que no se manejen tanto con la tecnología, sino para quienes prefieren la calidez de una llamada, desean tener más autonomía de la batería sin estar pendientes de cargar todos los días o para reconectar con lo verdaderamente importante".
Un uso más sencillo y básico para estar más presentes y no en reuniones donde todo el mundo mira su teléfono, haciendo caso omiso al interlocutor o en una cena para dos donde ninguno se mira a los ojos. "Hay que educar en el ejemplo. Señalar a las familias es incómodo. Pero no le podemos pedir a nuestros hijos que no estén con el móvil mientras nosotros, como adultos, lo utilizamos todo el tiempo, hasta en el coche mientras conducimos o no les prestamos atención cuando nos hablan porque al mismo tiempo respondemos un WhatsApp", opina Flores, de PantallasAmigas.
DEBATES PARA EL EQUILIBRIO
En el ámbito educativo ya es un debate serio el retraso en la edad a la hora de comprar el primer móvil y hay campamentos de verano donde está prohibido que los chavales lo lleven. Y en el laboral, cada vez más empleados y directivos alzan la voz para que se respete su tiempo personal, eligiendo cuándo quieren estar conectados para poder conciliar. Dos de cada tres trabajadores no desconecta cuando finaliza su jornada laboral, según el último informe sobre Desconexión digital de la plataforma de empleo InfoJobs.
Uno de cada tres lo atribuye a tareas pendientes que ocupan parte de sus pensamientos, mientras que, un 16% afirma estar pendiente por si surge algo que tiene que solucionar, pero reconoce que lo suele gestionar al día siguiente si no es inmediato. Sólo un 7% declara estar siempre pendiente del trabajo. "La digitalización del ámbito laboral también nos obliga a plantear la desconexión digital como algo esencial para el bienestar integral de los trabajadores y trabajadoras", indica Mónica Pérez, directora de comunicación y estudios de InfoJobs, que anima a introducir en las empresas prácticas saludables que permitan a los profesionales separar la vida laboral y personal. "Esto implica la gestión del tiempo de manera efectiva, la priorización del descanso y la recuperación". En un entorno profesional con buenas prácticas, señala, "se incrementa la motivación, el rendimiento y la satisfacción laboral de los empleados".
Hasta influencers, que se dedican precisamente a trabajar con el móvil y compartir inmediatamente el contenido que viven en Instagram, están confesando en sus propias historias que a veces prefieren poner sus fotos y vídeos en días distintos a los que suceden las cosas para poder disfrutarlas. ¿Han ido últimamente a algún concierto? Parece que necesitamos mostrar que hemos estado, en lugar de vibrar con la música en directo. Por no hablar de las críticas a los lugares masificados, porque ya no existen los secretos mejor guardados del viajero intrépido. Y eso desemboca en una turismofobia para el local.
SIEMPRE CONECTADOS
Pasamos cinco horas de media al día con el smartphone. Un 85% de los españoles no se separa nunca de él y se lo lleva a la cama y al baño, según una reciente investigación de la empresa de ciberseguridad NordVPN. Principalmente, en la cama se consulta el correo electrónico y los mensajes (49%), y se ven vídeos de YouTube (50%), películas y series (45%). Mientras tanto, en el baño, los españoles prefieren leer o escuchar las noticias (42%), ocuparse de los correos electrónicos del trabajo (39%) y jugar (29%). La pandemia y el teletrabajo han agravado esta situación porque un minuto de desconexión puede hacer pensar que no se está trabajando, aunque en la oficina se salga a fumar o se tomen varios cafés al día.
"El fenómeno de la nomofobia, el miedo a estar sin teléfono móvil, demuestra hasta qué punto dependemos de nuestras conexiones digitales, lo que puede provocar graves problemas de salud y seguridad", dice Adrianus Warmenhoven, experto en ciberseguridad. El concepto de microocio pone de relieve nuestra necesidad constante de tener los teléfonos inteligentes al alcance de la mano en todo momento, "lo que nos proporciona descansos rápidos y breves momentos de relajación en nuestras apretadas agendas", añade Warmenhoven. Sin embargo, este estilo de vida nos está generando ansiedad y déficit atencional, tal y como explican numerosos expertos a ZEN. "El verdadero lujo radica en saber cuándo estar disponible y cómo desconectar. Disfrutar de una relación sana con la tecnología no solo nos permite obtener todas las ventajas de estar conectado y al día de todo, sino también contar con momentos de mayor tranquilidad en los que nuestro bienestar esté en el centro y podamos redescubrir los placeres de las pequeñas cosas", concluye Jorge Flores.
CINCO TIPS PARA EL DÉTOX
- Establece horarios y usa aplicaciones de control de tiempo de pantalla: "Los smartphones permiten monitorizar cuáles son las aplicaciones más usadas y el tiempo que dedicamos a cada una de ellas", argumenta Flores.
- Desactiva las notificaciones: "Redes sociales, e-mails o mensajes provocan en nuestro cerebro un efecto que es el principal causante del FOMO, del inglés fear of missing out, el miedo a perderse algo, pues al recibirlas abandonamos el estado de concentración y buscamos la recompensa de dopamina que se libera al abrirlas".
- Pon en marcha un plan de desconexión digital: "Dedica, al menos, una hora al día, a apartarte completamente de los dispositivos electrónicos que te conectan a Internet. Puede parecer mucho tiempo pero, poco a poco, descubrirás que es muy gratificante hacer otras cosas en el tiempo que te ahorras de hacer scroll ", aconseja el experto de PantallasAmigas.
- Explora otro tipo de dispositivos: "Considera usar un teléfono sin internet durante ciertas horas del día para reducir distracciones y enfocarte en el aquí y el ahora".
- Crea zonas sin tecnología: "Un dormitorio o la mesa del comedor sin móviles refuerza la calidad de las conexiones con tu familia y las personas con las que convivas. Asimismo, es fundamental dedicar tiempo a hobbies y actividades que no involucren necesariamente pantallas, como leer, cocinar, practicar deporte o salir a caminar".
